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Ella sonreía, algunos decían que cuando lo hacía alegraba cualquier día gris, apartaba los problemas a un lado y se divertía.  Bailaba reía y disfrutaba como nadie. Cada sábado noche salía a comerse el mundo, supongo era para contrarrestar todas las noches lloradas en la cama donde el mundo se la comía a ella. Le echaba de menos, tal vez como nunca había extrañado a alguien y estaba jodida, pero no iba a permitir que se le notara. Ella perdía el culo por él, mientras que él perdía la cabeza por cualquiera. Todas las noches le escribía mil textos aún sabiendo que nunca los iba a leer pero de todas formas lo hacía, significaba tenerle más cerca. Ella se arrastraba demasiado y a él le encantaba tener a alguien mordiéndole la oreja a pesar de lo hijo de puta que era con ella.